Lo recomendó una vez el escritor Alejandro Zambra y me suelo fiar siempre de sus recomendaciones.
Suena un despertador a las 7 de la mañana: un cocodrilo se despierta, en su cama. Había estado soñando con un río lejano, pero se debe levantar. Se despereza, lava sus dientes, desayuna, se viste y sale a la calle, como todo el mundo. Vive en una ciudad transitada, llena de coches y tranvías, subterráneos y gente obsesionada con el celular, como en casi todas las ciudades del mundo. Pero ¿qué hace un cocodrilo vestido con sombrero y sobretodo leyendo el diario en un vagón del metro? ¿Nadie le teme? ¿Nadie lo ve? ¿Y el hipopótamo? ¿Acaso nadie ve a la jirafa envuelta en una bufanda kilométrica, con anteojos negros?
Lo recomendó una vez el escritor Alejandro Zambra y me suelo fiar siempre de sus recomendaciones.